Aplicando un adecuado tratamiento químico y térmico a las fibras de vidrio, éstas se transforman en fibras de sílice casi químicamente puro (98% SiO2).
Los productos así obtenidos son flexibles y conservan intacta su resistencia mecánica hasta los 850ºC, pudiendo soportar exposiciones continuadas a temperaturas por encima de los 1.200ºC.
Son buenos aislantes, tanto térmicos como eléctricos, y su resistencia a ataques químicos resulta excepcional.